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POST: UN CERDO CORRE POR LAS CALLES DE XELA

@Lector Maldito

UN CERDO CORRE POR LAS CALLES DE XELA

Emiliano, es niño de 11 años de edad, un tanto pasado de peso, no en exageración, se le brota una barriga un tanto llamativa, como una rodaja de jamón que se sale del contorno del pan, al caminar por las calles de Xela junto a su padre, los rojos cachetes brincan en mutua sintonía, de arriba hacia abajo al compás de cada paso.

Asiste a la escuela primaria Francisco Muñoz, su medio de transporte para llegar a dicha escuela es el autobús urbano, cada día por las mañanas y cada día por las tardes, junto al padre toman la Trigal para dirigirse de la casa hacia la escuela y viceversa.

Diciembre, es la época navideña en Guatemala, se celebra en familia, ¡si se cuenta con una, claro! las familias se reúnen, y buscan convivir y pasar un buen rato.

En dicha época el padre de Emiliano decidió viajar con su familia, visitar a su padre y demás familiares, oriundos de la Costa Sur de Guatemala. Puesto que años anteriores lo han hecho con la familia de su señora esposa.

Es muy común en Guatemala viajar para las épocas de celebración y tratar de distraerse, ir a las playas y regresar con los brazos y la cara bien tostada.

En el camino Emiliano se sentó junto a la ventana del autobús, después de sacar involuntariamente los alimentos que había consumido con antelación antes de partir. El padre de Emiliano siempre preparado, se encargó de llevar consigo una pequeña bolsa de plástico. Recordemos que es algo muy común en las personas mayores ser portadores de dicho artefacto, pues conocen muy bien que viajar en el autobús Esmeralda es una sacadera de tripas asegurada, vueltas, carreras de la muerte, malos olores, pollo, pavos y cerdos conviven juntos.

El calor se hizo presente, por lo que decidieron quitarse los sudaderos que los cubrían del frio en Xela, pero en Mazatenango portar un sudadero con el inmenso calor, es símbolo de locura.

Emiliano corto de experiencia acerca de la forma de vida en el Sur, visualizo algo que en el lugar donde él vive no es muy común. Grandes campos de hierva siendo consumida por hermosos caballos y vacas. El asombro de Emiliano fue mucho mayor cuando un joven no mayor de 20 años con sombrero, botas y pantalones de lona, montaba un caballo café, de lindo pelo que se ondulaba con la fuerza del viento. Al preguntarle al papá, respondió que era un medio de transporte para alguno jóvenes en este lugar, como la moto y los carros transportaban en Xela a muchas personas, en ese lugar el transporte también podía ser un caballo.

Emiliano con asombro y los ojos más grandes del mundo responde –Es el transporte más hermoso que he visto en mi vida –el padre responde muy sereno –no es muy común en estos días hijo, hoy el transporte más común son los vehículos –sin prestar mayor atención, procedió a colocarse un par de audífonos mientras llegaban al destino acordado.

Al regresar del viaje, el regreso a clases era inminente, pero Emiliano no dejaba de visualizarse a él mismo montando un caballo negro, grande, hermoso, de musculatura resaltada, de cabello brilloso. Se imaginaba llegando a la escuela en ese hermoso caballo, nunca nadie lo había hecho, sería considerado una estrella, todas las miradas se fijarían en él.

Sin contemplar porque nunca había visto a alguien montado en caballo en la ciudad de Quetzaltenango, decidió dirigirse hacia la casa apresuradamente, para entablar una conversación con su tío que se dedicaba a la ganadería y contaba con hermosos caballos.

Al finalizar la llamada sin que sus padres se enteraran estaba dispuesto a realizar la hazaña más grande en Xela, sería muy querido por sus amigos, le harían preguntas del tipo, ¿por qué tenés un caballo amarrado junto al árbol que está cerca del aula de clases? A lo que Emiliano respondería con gusto a todos los cuestionamientos.

Del otro lado de la llamada el tío llamado Mario el loco, estaba de lo más emocionado, pues otra aventura se encontraba próxima, después de sus viajes a Alemania en burro, llevar un caballo de tal belleza a la ciudad de Xela, sería una aventura digna de ser recordada.

Preparo al caballo más hermoso que tenía, lo baño y espero el día acordado con Emiliano.

El día planeado finalmente llego, Emiliano se levantó lo más temprano que pudo, con antelación acordó con sus padres que su tío Mario lo iría a dejar a la escuela, porque estaba de paseo por Xela, a lo que los padres no se negaron, pues el tío Mario estaba un poco safadito de la cabeza, pero la mayor parte del tiempo la pasaba cuerdo.

El caballo fue montado en un pequeño remolcador de animales. Viajó un largo tramo desde la calurosa pero hermosa Mazatenango hasta la fría y preciosa ciudad de Xela.

Emilio y Mario, se reunieron en el punto acordado. En ese momento no estaba el caballo presente porque los padres de Emiliano no estaban enterados del plan de estos dos. Los padres de Emiliano lo fueron a dejar al lugar acordado. Se despidieron, Emiliano emocionado apresuro el paso junto a Mario, llegaron a un parqueo privado, donde estaba el caballo listo para la aventura.

Al momento de quitar la chamarra que cubría el caballo, Emiliano un tanto confundido cuestiono a Mario, pues el caballo no era como los que había visto en aquellas grandes praderas, este era más pequeño, la cola era muy pequeña y enrollada, y la trompa era redonda y un tanto chata.

Emiliano le comento que el supuesto caballo se parecía más a los llamados cerdos que tenía la abuela para engordar, con el fin de hacerlo chicharrón en navidad.

A lo que Mario respondió un tanto molesto por el cuestionamiento - ¿De qué hablas mijo? Es el mejor caballo que tengo, mira su hermoso y redondo cuerpo digno de ser montado por un valiente joven.

A lo que Emiliano de poca experiencia en animales respondió –Me parece que este animal no es un caballo, no sé si el plan sigue en pie, porque si no es un caballo de nada sirve llegar a la escuela.

-Por favor mijo, yo soy el mejor ganadero de Guatemala, ¿crees que no he de conocer un buen caballo? Respondiendo sin titubear Mario

Sin mayor razonamiento Emiliano respondió -Tiene razón tío, usted es el mejor ganadero y el hombre con más aventuras que jamás he conocido.

Así procedieron, Emiliano tomó la decisión de subirse con valentía y sin ninguna duda.

Ya se encontraban a unos pocos metros de la escuela, justo en la puerta de la entrada del famoso Estadio Mario Camposeco que se encuentra a un costado de la escuela a la que asiste Emiliano.

El momento llegó, Emiliano sentó el trasero en el lomo del animal, este sin previo aviso salió disparado sin dirección alguna. Emiliano sin poder tomar el control del animal porque desconocía todo acerca de cómo domar una bestia, solamente se sujetó lo más fuerte que pudo, esperando que el animal por decisión propia se detuviera.

Mario el loco, que emocionado vio la salida tan rápida del animal, supuso que Emiliano era un prodigio en el manejo de los caballos y que lo más seguro era que estaba haciendo una carrera con los Zanates que se encontraban volando, así que se sentó con una sonrisita de satisfacción.

Todos lo que se encontraban en las calles, con gran asombro y muchas risas miraban al niño montado en lo que ellos decían que era un cerdo. Emiliano al notar las miradas se sintió bastante alagado, así que decidió tomar una buena postura y fingir que maneja a su antojo al animal.

Recorrió tanto tiempo encima del animal que empezó a desconocer las calles, hasta que unos oficiales de tránsito al percatarse, decidieron detener al conductor. Pero Emiliano que desconocía cono detener al animal siguió sin detenerse, a lo que los de transito respondieron de inmediato avisando a las demás autoridades, informando una persecución animal por el templo Minerva, en dirección hacia la Esperanza.

Entre todos, con mucho esfuerzo y con la mayor autoridad posible, hicieron una muralla de patrullas policiales, impidiendo así la continuidad del paso del animal y de inmediato fue atado con muchas sogas, justo del cuello.

Después de terminar la persecución e informar a los padres, Emiliano se sentía el más dichoso, salió una foto de él con el animal en un periódico muy famoso de Xela con la frase “Un cerdo corre por las calles de Xela” Las preguntas no se detenían justo como él había previsto, mientras sus compañeros lo cuestionaban, dentro de su mente él pensaba: nada mal para empezar las clases ¡soy un aventurero como mi tío Mario!

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