@Lector Maldito
Me encontraba allĂ contra mi voluntad. Un lugar caluroso, seco, lleno de bichos raros, zancudos que te absorben hasta el Ășltimo gramo de sangre de la piel, ĂĄrboles que no son capaces de crear sombra.
Era el lugar de nacimiento de mi madre, cada cierto tiempo era indispensable realizar un viaje con la finalidad de visitar a los familiares de mi señora madre y entre conversaciones estar al dĂa de los sucesos acontecidos con el pasar del tiempo.
Puesto que yo nacĂ en una ciudad ubicada en las alturas, un lugar agradable para la vida, para los que nacen alli claro. Empezando con el clima nada espantoso, muy acogedor; Lugar que los insectos y escarabajos deciden no visitar porque terminan congelados.
Mis tĂos, primos y demĂĄs familia sabĂan que mi presencia era nula, pues nunca interactuaba ni pretendĂa tener conversaciones con nadie. Me encontraba aislado de las multitudes, escondido el algĂșn lugar de la casa donde nadie tuviera la capacidad de fijar su mirada en mĂ.
Una mañana sin previo aviso, decidieron realizar una excursiĂłn a un lugar que desconozco, lo intuĂ porque preparaban maletas, buscaban ropas especĂficas, se movĂan de un lado a otro en busca de algĂșn objeto. Desde las sombras observaba el movimiento, interactuaban con grandes sonrisas en el rostro.
Al cabo de medio dĂa, fui consciente de la calma del bullicio, supe que algo sucedĂa, por lo que matĂ© sin piedad al Ășltimo sancudo que se posaba en mi cuerpo, con la palma derecha de mi mano, estrellĂĄndola contra mi mejĂa derecha, me puse en pie y sigilosamente observĂ© que todos se alejaban en los vehĂculos. Toda el ĂĄrea se encontraba despejada, libre para mĂ, me sentĂ rebosante de felicidad, cuando mis oĂdos escucharon la voz al parecer de una de mis primas que preguntaba - ÂżShaka no se va a ir? â por un momento los vehĂculos decidieron parar. Pensaba cuidadosamente mi respuesta, me quede en la pronunciaciĂłn de la primera letra cuando escucho la respuesta anticipada de la esposa de un mi tĂo â No, a Ă©l no le gusta salir, no pierdan el tiempo, y continĂșen su marcha.
Sin pensarlo dos veces en pocos segundos, se encontraba en la casa solamente mi tĂa con problemas en el estĂłmago para realizar un largo viaje y mi persona.
El lugar se encontraba desagradablemente asqueroso, inicie a recoger unos sucios platos de la mesa, justo al terminar, escuche el aleteo de algĂșn tipo de ave, mi tĂa que se encontraba descansado en una silla plĂĄstica observo la atenciĂłn que prestaba al aleteo y dijo â son Guacamayas pequeñas que revolotean dentro de las casas â en un tono de orden me indico que las sacara, pero con mucho cuidado, esto debido a que las pequeñas aves del tamaño de un colibrĂ picoteaban y podĂan ser peligrosas.
CaminĂ© ligeramente en busca de algĂșn objeto y lo Ășnico que se encontraba al alcance era una playera, decidĂ tomarla y con ella ahuyentar a las aves hacia la puerta de salida. Sin darme cuenta, derribĂ© a una de las aves que se estrellĂł contra el suelo, en ese momento creĂ que le habĂa quitado la vida, pero mi tĂa indico que era difĂcil matarlas. Utilizando la punta de los zapatos como herramienta arrastre a la moribunda avecilla hacia la puerta y asĂ logre sacarlas. Se despertĂł, sacudiĂł el cuerpecillo y volĂł hasta perderla de vista.
Regrese al cuarto donde reposaba mi tĂa y observe un escarabajo me caminaba en una de las sillas de descanso que se encontraba sin ocupar. Sin preguntar si podrĂa causarme algĂșn daño, decidĂ tomarla con la mano derecha. ÂĄvalla sorpresa la que me esperaba!
No tuve la menor oportunidad de soltar al animal, cuando fuertes corrientes elĂ©ctricas atacaron mi cuerpo, paralizĂĄndome en el suelo, con un dolor indescriptible, me encontraba totalmente inmĂłvil por causa del dolor que provocaba en mĂ, el dicho bicho. El dolor era tan grande que sentĂa que los testĂculos me explotarĂan en cualquier momento, todo esto me sucedĂa mientras mi tĂa sin mediar palabras observaba mi dolor desde su comodidad. En mi lucha por soltar el escarabajo me di cuenta que la mayor fuerza de corriente elĂ©ctrica, manaba de dos antenas color azul que se ubicaban en la parte de la pequeña cabeza, justo detrĂĄs de los ojos. Con la mayor cautela bajĂ© la palma de la mano hacia las patas del animal y descubrĂ las endemoniadas antenas, con esto fui capaz de realizar algunos movimientos, con la Ășltima fuerza que brotaba de mi cuerpo, arrastrĂĄndome por los suelos llegue a la salida y con una rama seca que se encontraba en la tierra logre arrancarme al bicho de la mano, quedando casi inconsciente por unos quince minutos.
Me levante y regrese a la casa donde ya se encontraba una de mis primas con mi computadora en la mano, dijo que la habĂa dejado en el auto y que mi madre dijo que era importante que la tuviera para que me entretuviera en ella y hacer menos pesados los dĂas en aquel lugar tan horripilante. Tome la computadora y sin mediar palabras di media vuelta y me aleje decidido a regresar a mi hermosa y frĂa tierra de Quetzaltenango.