@Lector Maldito
Sofo conoce a Marta el primer día que ingresa al taller de programación. Al instante, emocionalmente se encuentra eufórico. La alegría de encontrar a una persona el primer día y conectar emocionalmente es agradable. Sofo decide imaginarse que el tiempo que resta para concluir el taller, Marta será sin duda su mejor compañía. Tocaron diversos temas acerca de la vida personal de cada uno.
La instructora presenta las instrucciones acerca de los procesos que deben de seguir para encender los equipo que han de utilizar. Marta no consiguió prestar la suficiente atención, por lo que Sofo sin pensarlo se aproxima, invadiendo el espacio personal de Marta, esto con el fin de ayudarla, a lo que Marta responde de una manera amable y tres palmaditas en el brazo derecho. Ambos sonríen. Hay varias preguntas formuladas por la instructora con el fin de que los estudiantes respondan de manera adecuada. Sofo y Marta discuten acerca de cuál sería la respuesta más adecuada. Las pequeñas charlas son una demostración de la confianza que ambos se tienen. Al finalizar la clase, se dirigen a la parada de autobuses, Marta por un lado se despide y emprende su viaje de regreso a casa en un vehículo rojo. Sofo asumió que la persona que recogía a su amiga debía de ser cualquiera de los integrantes de la familia de Marta, su padre, madre o hermano.
Con una sonrisa en el autobús, Sofo viaja alegre de regreso a su hogar. Piensa que el acto de hacer amigos es muy fácil, cuando se conocen por primera vez. Trata de no traer recuerdos de aquellas amigas o amigos que un día eran las mejores compañías y al día siguiente como por arte de magia, algo se rompía entre la amistad y sucedían cosas extrañas en los comportamientos que eran incomprensibles, no había razones. Cosas que Sofo no lograba comprender. Lo realmente difícil para Sofo era mantener una relación en el tiempo, una amistad con la cual contar para cuando se necesitase, dado las situaciones por la que el ser humano se ve obligado a contar con la ayuda de otro, como un mal momento, salir a caminar al parque, realizar actividades divertidas, entre muchas otras. Sofo solía preguntarse ¿Cuál era la duración de sus relaciones, ya sea con amigos o con una señorita de dulces encantos?
Suena la alarma, Sofo toma un baño, usa un poco de loción. Por alguna razón, se encuentra entusiasmado, hay en él, cierta curiosidad por el día que le espera. Toma el autobús quince minutos antes. Su intención es llegar unos minutos antes para entablar una conversación con su nueva amiga. Llega tal y como lo había planeado la noche anterior. Una noche muy larga, no logró conciliar el sueño, trayendo a la memoria involuntariamente, todos aquellos momentos que junto a Marta había construido. Consideraba que eran únicos.
Quince minutos de clases pasaron, cuando al salón de clases ingresa Marta, sus pasos son ligeros y rápidos. El equipo que utilizó el día anterior junto a Sofo se encontraba ocupado. Consiguió un asiento varios lugares lejos de Sofo. Era hora del receso. Sofo sale acompañado de su nuevo amigo y ve a Marta que se acompaña de otro integrante del curso. Saluda a Marta. Trató de tener una conversación, pero se percata que la atención solo se la dirigía a Julián, acompañante de Marta. Eso ocasionó un cierto malestar e incomodidad en Sofo, por lo que decidió junto a su nueva compañía retirarse. En el autobús de regreso a su hogar charlaba consigo mismo “Se entendían a la perfección” pensó “justo como nosotros el primer día” se dijo nuevamente a sí mismo. La charla y los momentos tan bellos que consagraron ese día, se quedó justamente en ese pasado. Sin mayor importancia que prestarle al asunto, durmió.
Se encontraban en clases. Su nuevo amigo por alguna razón, a diferencia de Martha, llegó temprano, esto dio tiempo al intercambio de palabras, de ideas. Se sentían cómodos, a pesar de que el día anterior no tuvieron abundancia de conversaciones, ni temas interesantes o relevantes. Este día fue mejor según Sofo, rieron, se contaron chistes graciosos, muchos más divertido que el día anterior. Luso era su nombre, ocupaba el sentadero al lado derecho de Sofo, al lado izquierdo una nueva compañera. Sofo no dudo en extenderle su buena voluntad, desde ya la consideraba una amiga. Eran tres ahora. Al terminar clases decidieron acompañarse a un llamativo restaurante del que hablaron entusiasmados, la conversación fluyó con el pasar del tiempo, charlaban de cualquier vanidad o vulgaridad, del lugar de nacimiento, hacían críticas a la comida. Al terminar cada uno opto por la mejor opción para ir a casa.
Por algún motivo al día siguiente Suceli, la nueva amiga, no fue la misma que el día anterior. La incomodidad se respiraba. La conversación se degrado a tal punto de cruzar cinco palabras con mucho esfuerzo. Decidieron ir al receso solamente Sofo y Luso.
Sofo y Luso charlaron sobre hacer un reto, pues habían platicado sobre un lugar en el podían disponer de unos buenos juegos. El juego se encontraba a un kilómetro de distancia del lugar de donde se encontraba Sofo y Luso. Se pusieron en marcha, entraron, era oscuro, bastante intrigante. A su propia elección decidieron jugar cartas. La señorita que atendió, al parecer de Sofo era bella. Labios rojos, redondos y carnosos. Un cuerpo atlético, usaba unos Jean bastante ajustados. Una sonrisa que dejo perplejo a Sofo. Así que opto por contar una historia graciosa para abrir la conversación, La señorita respondió muy carismática y risueña. Las miradas se cruzaron. Y con intencionalidad, al momento de recibir las cartas hubo un rose de dedos. Sofo y Luso no dejaban de comentar lo bella que era, cuando ella ya se había retirado ¡claro! ¡que bellos ojos! Decían. ¡su sonrisa era lo mejor sin duda! ¡lindas piernas! ¡muy amable y sonriente!
Todos los días se presentaban a jugar cartas, el motivo era más por la joven que atendía, no tanto por la emoción de jugar. Una semana después, Sofo no se sentía muy animado, Luso opto por ir a jugar cartas para levantar el ánimo a su amigo, a dicha propuesta no se pudo negar Sofo. Ese día Sofo, por el estado de ánimo en el que se encontraba, no bromeo con la señorita, ni siquiera la observo con deseo. Pasadas unas semanas, decidieron ir a jugar de nuevo, esta vez el ánimo por ver a la bella chica era alto. A pesar de sus expectativas, la señorita atendió de manera muy formal, incluso muy seria. Sofo y Luso, ahora si se enfocaron en el juego. Sofo un tanto iluso, se hizo creer a sí mismo y a su amigo que realmente había algo bello entre él y la señorita. Insistió varios días en tratar de mejorar la relación con la señorita. Pero el impulso no era el mismo, tanto él, como la señorita. Ninguno tuvo ya la iniciativa. Dejaron de asistir al sitio.
A mitad del tiempo total de duración del curso, se encontraban reunidos en grupos. El grupo de amigos hasta el momento, era integrado por seis miembros. Cuatro hombres y dos mujeres. En una oportunidad trabajando en equipo, resolvieron un caso complicado. Al concluir el trabajo en equipo decidieron comprar pizza, llevar juegos de mesa y pasarla bien. Contaron chistes, historias, música. De esta índole de apreciación entre el grupo, de la buena camarería, Sofo la recuerda como una de las mejores interacciones, que no se volvió a repetir.
Era el aniversario de la institución, los preparativos son planificados con minuciosidad por parte del equipo encargado de los eventos. Entre estos se encuentra un baile, un día de juegos de agua, ruedas gigantescas, de aquellas en las que el cerebro se da un paseo por las autopistas de la muerte.
Sofo y Luso se acompañaron de dos amigas. Sofo fue el constructor de dicha amistad, su empeño en hablarle a las desconocidas contribuyo a pasar juntos estas fiestas. En un principio, las dos muchachas se sentían a gusto con la compañía de Sofo, se reían de sus malos chistes, se acercaban sin aviso previo a su espacio íntimo. Insinuaciones del tipo de coquetería no podían faltar. El contacto de las manos apaciguaba el temor provocado por los gigantescos juegos mecánicos. Terminó el día de los juegos mecánicos, quedaba uno muy importante para Sofo, era el día de bailes. Era la oportunidad para acercarse a las damas y provocar deseo con los bailes prohibidos. Sofo muy entusiasmado practico un día entero frente al espejo, viendo videos en YouTube sobre los mejores pasos de baile, de cualquier ritmo de música, por si tocaba que bailar reguetón, salsa, cumbia, merengue o lo que fuera, Sofo estaba preparado y lo mejor era que no estaría solo, puesto que consideraba que las nuevas amigas estarían con él y con su amigo. Muy nerviosos Sofo y Luso acordaron reunirse en un lugar específico fuera del sitio donde sería el baile, esto con el fin de llegar juntos al evento y contrarrestar un poco el nerviosismo. Llegaron al lugar y visualizaron a las diferentes damas, muy elegantes y bellas, unas con vestidos cortos, largos y coloridos, otras muy visualmente llamativas, robaban la mirada de todos. Esperaban con ansia la llegada de sus nuevas amigas. Luso fue el primero en voltear la mirada y encontrarse con que venían acompañadas de dos tipos muy apuestos. Una de ellas acompaño a uno de los tipos y la otra amiga saludo con cordialidad a Luso, él sin pensarlo se la llevo de la mano al centro de la pista. Todo eran risas y buenos pasos. Sofo sin opciones se vio obligado a sacar a bailar a varias chicas que no contaban con pareja, a pesar de que hubiera preferido a una de sus amigas, se mostró entusiasmado, pues conoció a nuevas damas de bella sonrisa y baile aparentemente bueno, dejo todo en la pista con sus seis bailarinas.
De regreso a la normalidad, nada de fiestas, Sofo y Luso se separaron un poco. Luso se acompañaba de sus dos nuevas amigas, salían a receso juntos, se les veía muy alegres. Sofo se sentía como si hubiera sido desterrado o no era merecedor de la amistad de ellos, era algo que en muchas ocasiones ya había experimentado, sabia por sus antiguos amigos, que en ocasiones las interacciones humanas eran así, un día se llevaban de lo mejor, con el tiempo se encontraban a mejores amigos o amigas y todo continuaba. ¿Tenía sentido?
Sofo decidió continuar y se encontró con un nuevo compañero de camarería. Le parecía que la actitud de Luso no era la misma, le disgustaba un poco el comportamiento que tomaba cuando estaba acompañado de sus amigas. Los chistes eran aburridos, las pláticas muy cortas. Su nuevo amigo era increíble, un tipo rudo, que tampoco le agradaba del todo Luso y comenzaban de nuevo a comentar sobre la belleza de las chicas, cual gustaba más a cada uno.